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CAPÍTULO CERO








        









E
L SILENCIO DE MI HABITACIÓN es parte de mi vida. Dicen que soy un tipo belicoso (agresivo), extraño, raro, sandio(tonto) y mejor no sigo con más adjetivos. Sinceramente me llega ya saben dónde esas palabras. ¡Eh!, no seas mal pensado cuando dije que me llega ya sabes dónde me refiero a la punta de mi cabello.

         Por ahora soy un púber y amo escribir, por eso leerás estas páginas. Ayer unos vecinos de mi barrio que son de mi edad y otros ya van en Tercero de Secundaria me preguntaron si quería ver la última película de Chucky, es decir la parte dos. La idea me entusiasmó porque la primera parte me gustó mucho, por ello accedí a ir con ellos.
         A inicios de la década de los 90 si querías ver una película tenías tres opciones. La primera era ir al cine y en Arequipa en ese entonces casi nadie iba (hoy es diferente porque son más modernos y muchos asisten).

         La segunda opción era comprarte la película y para verla tenías que tener un VHS (era parecido como un reproductor de DVD, pero más grueso), la película original valía lo que hoy sería treinta soles y la pirata en diez soles.
        
|        La tercera y última opción era ir a los locales donde las alquilaban y también las proyectaban. El costo era como diez soles, por general armabas tu manchita, es decir tu grupo de patas y te salía a dos soles, eso dependía con cuántos ibas.
         — Anímate Gabo necesitamos tus monedas para poder ver la peli—  me dijo Javicho el más relajado del grupo.
         — ¿Y de verdad veremos Chucky 2? — le pregunto.
         — Claro que sí, vas a ver cómo gritan de susto los personajes a quienes hace asustar ese muñeco diabólico.

         Logró convencerme, al ingresar el joven que atendía nos vio con cierta desconfianza sobre todo a mí que era el más chibolo del grupo. Javicho pidió el álbum donde estaban las portadas de las películas. No comprendía para qué ver el álbum si ya teníamos claro la película que íbamos a ver. Algo se traían, lo peor de todo es que ya les di mi dinero.
         El que atendía le pregunta a Javicho si también ingresaré.
         — Ya está en edad para que explore el mundo— le responde y ambos soltaron una risotada (carcajada).
        
         Al ingresar, había un enorme televisor y unas sillas. El ambiente era oscuro, no había ventilación y olía a guardado. El más emocionado era Javicho quien frotó sus manos. La película empezó y ver por primera vez esas imágenes me impactaron.
         Salí de inmediato. Supongo que ya sabrán de qué trataba esa película. Era una de adultos.
        
         Era increíble porque hasta hace unas semanas con dos de los que ingresaron eran casi de mi edad (excepto Javicho que ya tenía 14 años). Con ellos jugábamos juegos de niños y hoy ya se creen adultos para ver esas cosas.
        
         La vida pasa rápido y dentro de poco voy a iniciar la secundaria, es decir MI TERCERA JAULA. Así la llamo porque me ha tocado vivir muchas cosas negativas. Otra vez estoy en mi habitación, renegué contra Javicho por tomarme el pelo y por haberle dado mis propinas. Abro la cortina y desde el segundo piso donde me encuentro veo a unos niños jugando. Uno de ellos deja de hacerlo al ver que su amiguito pasa con una lonchera nueva. Se lo ve feliz porque dentro de unos días empezará las clases. Los otros niños admiran su lonchera nueva y el dueño de ella les reprende porque tenían las manos sucias. Con esa escena mi mente viaja al pasado.
            
         Me siento en mi escritorio y me decido a escribir lo que ya tenía pensado desde hace días. Escribir sobre las dos jaulas que ya he vivido. La primera se llama “El JARDÍN”. Solo les pido alisten sus pañuelos por si unas lágrimas les provoca algunos capítulos o tengan esas pelotitas anti estrés para cuando les dé rabia otras escenas. Les pido me acompañen, pues les contaré todas las cosas que viví en mi primera etapa escolar y más adelante sabrán lo que iré viviendo en la segunda y tercera jaula.

















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