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ALGUNA VEZ HAS SENTIDO CELOS? Lo más probable es que tu respuesta
fue un sí, ese sentimiento lo experimentamos desde que tenemos uso de razón, se
dice que es inherente a la raza humana. Fue eso lo que sintió Roque. Mamá
guardaba en su bolso una foto que ni se acordaba que allí estaba. Recién en la
tarde cuando fue a pagar a la farmacia por un medicamento que me compró se
percató de la foto.
— ¡Qué significa esto!
Mamá retrocede pues ve
el puño de Roque.
— Ni se te ocurre
levantarme la mano.
La foto era de
Mauricio un enamorado del pasado a quien quiso mucho. Él siempre estuvo
enamorado de mi madre. Roque hizo todo por separarlos y al final se quedó con
mamá. Le pide una explicación de por qué lleva en su bolso esa foto. Tira la
botella al suelo de la rabia.
Ingresé por la puerta
del patio, desde allí escucho la botella. Roque lanza injurias contra mi madre,
ella no se queda atrás y le encara que está harta de sus cambios bruscos, le
reprocha que ya no es el mismo.
— Me estás queriendo
decir que hubieras preferido quedarte con el miserable de Mauricio.
— Tú me prometiste que
viviría como una reina y mira dónde vivimos. Últimamente tomas mucho, pierdes
los papeles y casi matas a Gabriel, ¿acaso te parece poco?
Roque da vuelta a la
foto y su ira se incrementa. Allí había una dedicatoria de Mauricio Gabriel. El
segundo nombre de su ex era como el mío. Roque le manda una bofetada, mamá no
era de quedarse atrás y se la devuelve. Era la primera vez que discutían de esa
forma. Al oír sus gritos ingreso para ayudarla.
— ¡Déjala, déjala! —
le grito y en mis manos sostengo una escoba.
Roque había pasado los
límites. Mi madre me pidió que no le cuente nada a mi nona. Anoche se marchó
cuando mi mamá le botó de la casa. Mi abuela desesperada vino por la mañana a
buscarme. El mensaje que le dejé el chistoso de mi hermano lo ocultó para
hacerle una broma a mi nona. Por eso vino a buscarme. No la dejé ingresar, le
dije que mamá salió temprano.
Papá desapareció
nuevamente por dos días. Al tercer día intentó disculparse con mi madre, ella
le expresó que quiere tomarse un tiempo y se separaron. Mi hermano era muy
pegado a papá y me culpó por la separación de mis padres.
Después de dos
semanas volví al Jardín, mi mamá era quien me llevaba, pues desde la separación
con papá se vino a vivir a la casa de mi nona. Me dejaba en el Jardín y se iba
a su trabajo. La verdad no tengo muy claro dónde trabaja, solo sé que vende
ropa. Trabajaba casi todo el día y llegaba a eso de las nueve de la noche o un
poco más. Yo le esperaba despierto para servirle su cena, llegaba tan cansada
que quería atenderla. La noté triste y era porque extrañaba a papá. Pese a
intentar acercarme a ella se mostraba fría como si también me culpara por su
separación.
La jaula de mi
Jardín seguía, James no se cansaba de fastidiarme. Ahora lo hacía porque mi
lonchera era una bolsa de plástico. Una noche mientras mamá cenaba y miraba su
telenovela le pedí una lonchera y me arrepentí de hacerlo pues me dio todo un
sermón por perder la que tenía y fue muy clara en decirme que no me comprará
ninguna.
Faltaba casi
un mes para el Día de la Madre, un día Josué faltó y Camilo se sentó a mi lado.
En un momento de la clase me codea para ver la boca abierta de James mientras
se dormía en plena clase. Nos matamos de la risa y soltamos una carcajada, sin
darnos cuenta la maestra también se había dormido en ese mismo momento y cuando
nos escuchó reír pensó que nos estábamos burlando de ella y nos botó de la
clase.
Estuvimos parados en
el patio, el canto que provenía de la clase de la profesora Fátima llamó
nuestra atención, les enseñaba a sus niños una canción por el Día de la Madre,
Camilo me motiva para ir a curiosear. Por la ventana vimos cómo ensayaban un
canto muy bonito. Los niños lo hacían con mucha fuerza. Deseé ser su alumno y
lo fui por esos minutos. Luego les dijo unas palabras que me dejaron pensativo.
— ¿Les gusta
que les den regalos? — les preguntó.
— Sí—
respondieron con alegría todos y empezaron a cuchichear de qué les gustaría que
les regalen.
— ¿Y qué
pasaría si no les dan un obsequio?
Ponen su
carita de apenados y les da a entender que así de tristes se sienten nuestras
madres cuando no les damos un regalo. Les recalcó que el mejor regalo es un
beso y un abrazo, pero sobre todo si no las hacemos renegar. También les motivó
a ahorrar y comprar un regalo, aunque sea pequeño, pero lo que valdrá es el
esfuerzo. Esas palabras resonaron en mí y decidí ahorrar, pues tenía que
comprar dos regalos, ya que tengo dos madres.
A Camilo también le
gustaron esas palabras de la profesora Fátima.
— Y cómo ahorraré si
nunca me dan propinas— le expreso apenado a Camilo.
Me comentó que había
una forma, él todos los fines de semana va al cementerio a trabajar con su
primo adolescente. Él vivía a unas cuadras de la casa de mi nona. Quedamos en
que por lo menos en tres domingos que vaya unas horas podré ganar las monedas
necesarias. Y fue así que obtuve permiso con el pretexto de ir a su casa
supuestamente para ensayar un número para el Día de la Madre.
Fue mi primer trabajo
y la primera vez que ingresé al cementerio de La Apacheta, el cual es el más
grande y antiguo de Arequipa. Fue el insigne (famoso) Simón Bolívar quien en
1835 dispuso su creación. El trabajo consistía en vender agua, limpiar los
floreros, prestar escalera. Camilo era un experto y yo un bisoño (novato).
Logré ahorrar lo necesario para mi objetivo.
No sabía que regalo
comprar. Como he pasado más tiempo con mi Mama Grande conocía más sus gustos
que el de mi propia madre. Mientras miraba unos adornos me llamó la atención el
adorno de un águila, sus ojos los movía como si tuviera vida. Era de yeso por
dentro y por fuera tenía las plumas pegadas como si fueran reales. Me pareció
el regalo perfecto para que mamá lo tenga como adorno. Tal vez se estarán
preguntando y por qué escogí ese obsequio. Pues en otra ocasión la maestra
Paola me volvió a castigar por no traer mis útiles y me botó del salón.
Nuevamente me asomé a
la clase de la profesora Fátima y esta vez hacían la dinámica del Águila, mientras
cantaban según la letra de la canción movían sus brazos como si fueran alas.
Hay
un animalito,
¿cómo
es?
Es
grande, muy grande (allí abrían sus brazos)
Mueve
su piquito (simulan eso)
Sus
garras son grandes (simulaban las garras y la cara ponían de susto) …
Vuela,
vuela. Alto muy alto
¿Quién?
(les pregunta a los niños)
El
águila (responden en coro)
¿Y
cómo es?
Es
grande, muy grande.
Después del canto les
contó la historia de un águila y deseé ser esa ave porque es un animal que
vuela alto y no mira atrás. Yo quisiera volar alto y no ver este Jardín, para
no ver la pena de mi madre quien cada noche no sé porque se la pasa llorando,
para no pelear con mi hermano quien parece mi enemigo. No quería mirar ese día
en que me llamaron meón y ladrón, para no recordar los golpes de papá. Quería
olvidar muchas cosas.
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Esa etapa son los
problemas graves por las que pasa el águila, pero nunca se rinde pues busca un
lugar solitario por 150 días y se renueva porque si no lo hace muere.
— Significa botar todo
lo viejo. En esos 150 días que el águila se aleja no vuela y golpea su pico una
y otra vez contra una pared hasta arrancarlo y tiene que esperar que le crezca
otro pico. Después se saca las uñas y posteriormente las plumas. Después de
cinco meses el águila se vuelve más hermoso y empezará a volar feliz por
treinta años más.
Me pareció un animal
genial. Y por eso quise regalarles a mis dos madres el mismo obsequio porque
quería que ellas vivan mucho tiempo y sean fuertes como ese animalito.
En la preparación de los números artísticos
para la actuación del Día de la Madre la maestra no me tomó en cuenta ni
tampoco a Sarita porque como ya les mencioné anteriormente la mayoría de mis
compañeros se alejan de ella por su mano quemada. El figureti de James fue
elegido junto con Tiziana para declamar. Yo quise hacerlo, pero tajantemente la
maestra no lo permitió. Tampoco en el baile ni en nada. De tanto ver el ensayo
de la declamación me lo supe de memoria.
Sarita estaba tan
triste porque deseaba declamar la animé para que lo hagamos imaginariamente, es
decir imaginarnos que lo presentábamos ante un público. En el recreo
practicábamos, la profesora Fátima nos vio y nos dio pautas para mejorar.
Sarita era tan hábil que captaba más rápido la idea.
Cuando mamá recibió la
invitación para la actuación del Día de la Madre ni caso hizo a la bonita
tarjeta que la dirección mandó a todas las madres. Dijo que no iría porque no
puede dejar de trabajar. Un día antes de la actuación hicieron el sorteo de la
canasta y salió mamá. James como siempre dio un comentario negativo diciendo
que esas canastas son para pobres, pues no me importó lo que dijo ya que mi
mamá sí o sí vendrá para recoger la canasta. Entonces allí le daré su obsequio.
El día llegó,
me alegró ver a mamá en mi Jardín. Le pedí a la profesora Fátima papel de
regalo y me hizo el favor de envolverlos. Le llamó la atención el águila, ella
sabía que en ocasiones he observado sus clases, mientras lo envuelve le cuento la
historia que me narró mi Mamá Grande. Cuando me escuchó la profesora disimuló
no conocerla y me felicitó por contársela tan amenamente pues lo hice haciendo
gestos.
Cada salón
presentó tres números, de los cinco salones solo a dos les tocó declamación,
uno de ellos era el mío. James presumía su terno muy elegante. Su presentación
era el primer número, con Sarita subimos al estrado ya que la maestra nos
encargó sostener un dibujo de fondo. La profesora Paola anuncia el título del
poema y se oye una música de fondo.
La mamá de James no
había llegado, eso le dio rabia y le dio pánico escénico al ver a tanto
público. Después de los aplausos se oye muy bajo una melodía instrumental muy
triste, James tenía que iniciar con la exclamación ¡Madre!, y no lo hizo porque
olvidó el poema. La maestra Paola pide más aplausos para animarlo, eso lo pone
más nervioso. James sigue mudo e inmóvil. Todo el público lo observa.
Josué y Camilo
se chocan las manos como símbolo de alegrarse por lo que le acababa de pasar.
Tiziana aguardaba su turno, le susurra la palabra que debe mencionar y James
sigue mudo.
Sarita sonríe y me
mira dándome a entender que tomemos su lugar, después de todo el poema lo
sabíamos a la perfección.
¿Debo salir y hacerlo?
Declamar el poema junto con Sarita significaría humillarlos.
¿Debo hacerlo?
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