(Rosa)
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OSA ES MI NOMBRE y soy la mamá de Gabriel. Observo a Camilo,
el amigo de mi hijo, acercarse al tacho de basura, luego mi mirada se dirige
hacia mi madre quien hacía un esfuerzo por correr ayudándose de su bastón.
Vuelvo a observar a Camilo quien limpia el regalo que boté hace unos segundos.
— No seas asqueroso,
cómo puedes sacar esa cochinada de la basura— le reprendo.
— Es usted muy mala.
No debió botar este regalo. A Gabo le costó mucho esfuerzo para comprarlo.
— ¡Esfuerzo! — observo
al pequeñín, su cara de pícaro y sus pequitas me hace pensar que es un travieso—.
Seguramente has estado de chismoso y habrás escuchado que sacó dinero de mi
bolso— acuso a mi propio hijo.
Camilo me cuenta que Gabo
trabajó en el cementerio los domingos. Quedo sorprendida. Viene a mi mente que
una de mis amigas, quien trabaja conmigo, el domingo pasado me pidió le vea su
mercadería porque tenía que ir a un entierro y que allí vio a Gabo. Cuando la
escuché no le di importancia. Hace poco le pregunté a mi madre si mi hijo salió
de su casa el domingo y me dijo que sí, pero a la casa de Camilo. Entonces era
cierto que sí trabajó y no robó nada de mi bolso. Lo del dinero que se me
perdió es cierto no vayan a pensar que soy una loca, aunque a veces como madre
actúo así.
— Fíjese en este lindo
animalito. Gabo quería que usted sea como un águila.
Camilo me cuenta la
historia del Águila. Esa historia logró conmoverme y me sentí la peor madre del
mundo. Camilo me devuelve el obsequio que no supe valorar. La profesora Fátima
se acerca.
— ¿Y dónde está tu amigo?
— le pregunta a Camilo por mi hijo.
— Creo que ya se fue.
Me ve acariciando el
obsequio.
— Qué lindo regalo,
veo que Gabo logró la meta de juntar sus propinas y darle un obsequio. Tiene
usted un hijo maravilloso. Cuando sea madre espero que mi hijo me dé un regalo
como ese— me comenta la joven profesora.
— ¿Conoce a Gabriel? —
le pregunto.
— Sí, él debe estar
contento porque veo que le ha gustado el regalo.
— Ella ayudó a Gabo
con el poema— me comenta Camilo.
Unos niños pelean a
unos metros de distancia. La profesora Fátima se despide, me desea un Feliz Día
de la Madre y se marcha.
En eso viene corriendo
Josué, estaba alterado.
— ¡Señito, señito! Su
hijo está muerto.
Mi piel se me heló, mi
corazón se aceleró al oír esas palabras.
Sarita también viene
asustada y dice lo mismo. Casi suelto el regalo por la impresión, voy a la
calle y veo gente amontonada. Corrí desesperada, me abro paso y mi madre lloraba
desconsoladamente sobre el cuerpo ensangrentado de Gabo. Nuevamente me quedo
fría. La fuerte impresión me deja paralizada.
La ambulancia tarda.
La profesora Fátima pide que lo subamos a su auto. Voy al lado de mi hijo y mi madre
en la parte delantera.
— ¿Tiene usted seguro?
— me inquiere la profesora.
— Sí— le respondo.
(Gabo)
Mientras me llevan al
hospital estuve inconsciente y saben amigos me hubiera gustado no estarlo. Si
bien cuando oí las duras palabras de mi madre cuando no valoró el obsequio que
le di quise morirme y desaparecer del planeta. Cuando estuve echado, mi madre
me pidió perdón y dijo que me quería mucho. Qué curioso es el ser humano que
espera que alguien esté por morirse para expresar que quiere a esa persona. Era
la primera vez que mamá lloró por mí y que se dio cuenta que me amaba (al menos
eso creo). Siempre fue tan dura y se culpaba por mezclar su pasado conmigo, por
desquitar su pena interna con un pequeño que vive en la JAULA de la vida.
(Rosa)
Mi hijo se parece
mucho a su padre y cuando digo su padre no me refiero a Roque sino a Mauricio,
su verdadero padre. Debo confesarles que eso es lo que creo, aunque no estoy
segura. He escuchado que existen las pruebas de ADN y en la segunda mitad de la
década de los ochenta es poco usual ello y muy caro. Solo esa prueba podría
asegurarme quién es su padre.
Hasta hace un par de
años creí que el papá de mi hijo era Roque, pero ya vieron como lo trata.
Muchas veces lo ha golpeado y la última vez se pasó de la raya. Si bien soy muy
fría y dura, pero la forma tan salvaje como lo golpeó me asusta.
Cada persona tiene una
historia y yo tengo la mía. Si me preguntan dónde está Mauricio pues no sé ni
me importa saberlo (aunque sí un poco). Tal vez se preguntarán quién es el papá
de Frank, el hermano de Gabriel. Pues allí si no tengo ninguna duda. Roque es
su papá. En la secundaria conocí a los dos, la coquetería de Roque me enamoró,
cuando estuve en el segundo año de la universidad (la cual no terminé) quedé
embarazada y nació Frank. Mauricio siempre fue mi amigo y nunca me confesó sus
sentimientos.
Al inicio vivía con
Roque en un su departamento. Según él, cuando estuvo borracho su hermano le
hizo firmar unos documentos y perdimos esa propiedad y otras que recibió como
herencia. De la noche a la mañana desapareció y no supe nada de Roque. Según mi
madre se fue de viaje a gastar la plata del departamento que vendió a su
hermano, aunque él me hizo creer que se lo quitó con engaños.
Fue un año sin saber
nada de Roque, en esos días de ausencia es que Mauricio estuvo apoyándome y su
forma de ser despertó sentimientos en mí. Me propuso para estar juntos y lo
acepté. Mi mamá no estuvo de acuerdo y en esos días Roque volvió, todo el
dinero que tuvo lo malgastó en ese año. Le hizo creer que fue para invertir su
riqueza y por eso aceptó ayudarlo para separarme de Mauricio.
El día de mi
cumpleaños fue el día que Mauricio escogió para pedir mi mano, Roque lo sabía
muy bien, contrató un par de matones y le dieron una buena paliza a Mauricio,
por ello nunca llegó. Supuestamente me dejó con toda la preparación al aire.
Cuando el timbre sonó mi pena se esfumó, pues pensé que era mi futuro esposo,
al abrir la puerta vi todo elegante y sonriente a Roque. Fue una gran sorpresa,
mi madre fingió estar sorprendida y lo invitó a pasar.
Mamá se encargó de
hacerme creer que Mauricio jugó conmigo y por eso no vino a pedir la mano, de
cólera bebí mucho y terminé acostándome con mi ex. El detalle es que un día
antes estuve con Mauricio. Por eso es que tengo dudas de quien es el padre de
mi hijo.
Mauricio quiso darme
una explicación y no le di la oportunidad. Pasó un par de meses, mamá notó mis
síntomas y supo que estaba embarazada.
Si bien Roque tenía
sus dudas que el hijo que esperaba sea suyo mi madre se encargó de persuadirlo.
Una tarde mi mamá lo buscó en la casa del hermano de Roque y lo encontró
ensangrentado, según Roque solo vino a reclamarle a su hermano abogado por
quitarle sus propiedades y un mal golpe de la pelea entre ellos terminó por
matarlo.
Mi madre lo ayudó y
testificó a su favor de que el difunto fue asaltado. En otras palabras, Roque
nunca fue acusado del crimen gracias a mi madre. Por eso él le tenía miedo
porque ella le amenazó con contármelo y hasta denunciarlo.
Tal vez se preguntarán
y por qué si yo estaba con Mauricio se alejó de mí. Pues la respuesta es
simple, mi mamá y Roque siguieron con su plan para separarme de Mauricio. Mi
madre invitó a su casa a Mauricio haciéndole creer que escucharía las razones
de por qué no vino a pedir mi mano. Cuando lo hizo pasar ella fue en clara en
pedirle que se aleje de mí porque he regresado con Roque, le comunicó que estoy
embarazada. Él se negó a creerle porque ni sabía que Roque había regresado
desde hace dos meses.
Mamá ve por la ventana
que estoy por llegar.
— Si no me crees te
pido te escondas un momento y lo escuches tú mismo.
Mauricio no quiso,
pero terminó aceptando. Al ingresar mamá lleva a cabo su plan.
— Supe que quieres
hablar con Mauricio.
— Sí mamá quiero
escucharlo, sé que me negué a hacerlo, pero quiero tener las cosas claras.
— ¿Y le vas a decir
que estás esperando un hijo de Roque?
— Cómo se te ocurre
mamá. Ya te dije que tengo mis dudas sobre…
Mamá me interrumpe
para que Mauricio no escuche mis dudas sobre el padre de mi futuro hijo.
— No deberías jugar
con sus sentimientos de una vez por todas debes ser clara con él para que no se
haga ilusiones.
Mi madre me hizo
preguntas en las cuales seguí mostrando mi preferencia por Roque.
— Haber dime, con quién
ves un mejor futuro, con Roque que tiene una herencia respetable, un lindo
departamento o con Mauricio alguien que no te sacará de la pobreza.
— Con Roque, pero…
Mauricio no quiso
escuchar más. Salió por la puerta trasera y desde ese día no volví a verlo. Mi
madre tenía ese secreto con Roque
porque ese plan fue de él y sacaron de mi camino a Mauricio.
Con el tiempo como ya
les dije Roque perdió otras propiedades, se ausentó por un par de meses. Mi
madre nunca me comentó, pero como tenía sus sospechas fue al aeropuerto y lo
vio con su amante. Cuando Gabriel nació no estuvo presente. Los dolores me
vinieron a la hora del almuerzo. En casa no había nadie, solo mi hermano Elías,
me trajo un taxi y fui sola porque le pedí que se quede cuidando a Frank y a mi
hermana Mary.
Al llegar al hospital
el médico de turno no estaba, las enfermeras estaban en su hora de almuerzo. Me
dejaron sentada en una banca y pidieron que espere. Los dolores fueron más
fuertes y grité como loca. Una de las enfermeras se apiadó de mi dolor y postergó
su hora de almuerzo.
Fue un parto
complicado. Ese día Mauricio estuvo en el hospital, su madre estaba enferma y
vino a dejarla. Vio cuando por fin me atendieron, por poco doy a luz en esa
banca. Estuvo al tanto de mi parto, yo no lo vi, pero sé que estuvo allí.
Cuando me quedé dormida él ingresó y me pareció verlo. Él se ocultó cuando me
vio despertar. Por eso me animé a ponerle su segundo nombre a mi hijo Gabriel.
Esos secretos que mi
madre tiene con Roque ahora le pesan porque él ha cambiado y ha perdido todo.
Con la ayuda de mi mamá conseguimos nuestra modesta casa y ella le buscó un
trabajo desde hace un año atrás (lugar donde ya no trabaja).
El día que Roque le
dio aquella paliza a Gabo solo se detuvo gracias a mi madre. Ahora comprenden por
qué con un solo grito que le dio ella dejó de golpearlo. Él le tiene miedo
porque gracias a ella nunca tuvo una delación (denuncia) por la muerte de mi
cuñado.
Dejo de pensar en el
pasado. Al llegar al hospital los insensibles médicos no quisieron atender a mi
hijo.
— No le podemos dar
una camilla sino está asegurado— dice molesta la enfermera ante mi exigencia
para que atiendan a Gabo.
Pido en la ventanilla
que verifiquen mis datos porque sí estamos asegurados. La señorita encargada lo
hace y nos da la misma respuesta. No figuramos en el sistema. Era el peor
momento para enterarme que Roque ha sido despedido hace más de tres meses
porque cuando uno deja de aportar al seguro te dan tres meses para seguir
atendiéndote.
La profesora Fátima
suplica conmigo. La señorita nos indica que a pocas cuadras hay una clínica. En
el auto Gabo sigue echado y empieza a convulsionar.
— ¡Rosa!, ¡Rosa! —
grita desesperada mi madre.
— Regreso al auto y al
ver a mi pequeño Gabriel convulsionando me asusté.
— ¡Doctor!, ¡ayuda!,
¡ayuda!
¿Ayudarán a Gabo o le
dejarán morir?
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