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Capítulo 7: El examen




CAPÍTULO 7





EL EXAMEN












(Beto)


M
IRÉ SUS TIERNOS OJOS, pensé que lo mejor era renunciar a ese examen y quedarme con ella, mi corazón empezó a latir de una forma exagerada.
— No Lucecita no puedo hacerlo.
— ¿Acaso estás loco?
— Iremos los dos.
Ella conocía mi contumacia (terquedad) y fuimos juntos. En el camino casi no hablamos, ella se había molestado. Al llegar al colegio en el patio estaban mis compañeros, el tutor y la otra maestra. Era como las nueve y cuarto. “Todo está perdido”, pensé. Los profesores no se percataron de mi llegada pues me había detenido a varios metros de ellos. Me bajé de la yegua, las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, me reprochaba por ser irresponsable y haberme dormido, también por arruinar el sueño de Lucecita. Le di nuevamente las gracias y le pedí perdón. Quise correr, observé a Casimiro y Toño y solo se quedaron mirándome. Me di media vuelta y empecé a caminar despacio, Lucecita pronunció mi nombre.
— Quiero estar solo— respondí sin voltear.
— Espera, espera no te vayas hablemos con el tutor o con quien sea necesario tal vez aún tengamos opción— lo dijo sin convencimiento pues sabíamos muy bien las reglas.
 No le hice caso y seguí caminando mientras limpiaba mis lágrimas. Ella se acercó donde mi tutor, al verla sola le preguntó por mí. Al verme vociferó mi nombre, vuelvo a detenerme y Lucecita logra alcanzarme, me toma de la mano y me sonríe. Toño también corrió para alcanzarme.
— ¿A dónde crees que vas amigo? — dijo ocultando su hipocresía.
Esa pregunta me pareció absurda, se puso frente a mí y me agarró los hombros.
— Te irás sin dar el examen— mencionó con una sonrisa.
No entendía por qué decía eso ni por qué se atrevía a sonreír de mi desgracia.
— Tu amigo tiene razón, cómo es eso que te quieres ir sin dar el examen— agregó ella.
Cuando Lucecita me vio marcharme como alma en pena se acercó a mi tutor y él le pidió que me detenga, lo mismo hizo Casimiro y Beto pues aún no habían dado el examen porque el director es quien tenía las pruebas en un sobre cerrado y todavía no había llegado. Por eso Lucecita al oír tan magnífica noticia corrió a detenerme y cuando lo hizo me abrazó de una manera tan exagerada y al sentirse observada por los demás se quedó palteada. Mi alma regresó a mi cuerpo y volví a sonreír. Era un milagro. A las once recién llegó el director, tenía una mano enyesada, venía de la posta, estuvo desde el domingo en la noche


inconsciente, había ido al pueblo por la tarde y lo asaltaron. Sé que no se debe bendecir a los delincuentes, pero en este caso me salvaron el futuro. Uno podría decir, pero al siguiente año también se podría obtener una beca; mas, no es así ya que esta beca es especial porque nunca se había dado una oferta como tal y no habrá otra.

El director fue quien tomó el examen, Casimiro fue el primero en entregar y luego el otro compañero que usaba lentes; el tercero fue Toño, quise ayudar a Lucecita pues la notaba preocupada, pero el director no nos quitaba la mirada. Siempre fue estricto y en un examen como este lo fue aún más. Espere a que ella entregara para que no se sienta sola.

Al finalizar el examen llamaron a Lucecita al salón, sus amigas le dieron una sorpresa, no solo por ser la única mujer en competencia sino por su cumpleaños. Toño tocó el arpa y bailamos todos con mucha alegría. En un momento de la fiesta sus amigas la animaron para que cante, una de ellas le mostró un traje folclórico, le dieron unos minutos para que se lo ponga. Al verla parecía una cantante vernacular muy bonita. Se la veía muy contenta, mientras la oía cantar no dejé de mirarla ni un segundo. La tristeza se asomó a mis ojos, pues si gano esa beca ese sería el último cumpleaños a su lado, ella siguió cantando y en la parte de la fuga (momento más movido del huayno) me sacó a bailar. Ella bailaba con maestría y gracia, todos aplaudían. Toño tocaba el arpa y se lo veía serio.
Después de un momento cuando la vi más libre me acerqué.
— Espero me disculpes, quise ser el primero en felicitarte y no fue así por quedarme dormido. Anoche me propuse levantarme temprano y darte una sorpresa antes de venir al examen y nada funcionó.
— No te preocupes, lo importante es que ya dimos el examen. Además, no fuiste el único dormilón— la miro extrañado—, yo también me quedé dormida, sino fuera por Toño quien vino muy temprano nadie te hubiera ido a echar ese balde de agua mientras dormías— sonríe y miro su nuevo sombrero, se percata que lo observo.
— Está bonito, ¿verdad? — dice mientras se acomoda el sombrero y hace una pose de modelo.
— Te queda muy bien, tu mamá tiene buen gusto.
— Te equivocas, no es un regalo de mi madre. Fue Toño quien me lo dio muy temprano.
Miré a mi amigo quien estaba bailando de lo más coqueto. Anoche antes que se marche le pregunté si para hoy a parte del examen había algo especial por hacer, se lo mencioné para ver si se acordaba del cumpleaños de Lucecita, él dijo que no hay nada importante. Quise entender por qué mintió ya que si le dio ese sombrero como obsequio es porque desde días atrás ya lo compró y tenía presente el cumpleaños de Lucecita. Incluso le propuse para ir juntos al colegio. “Si me levanto temprano te busco”, respondió.
          La profesora de Matemáticas nos pidió tomar asiento y nos sirvieron un rico almuerzo. Los padres de Lucecita llegaron con


el pastel y unos bocaditos, Toño volvió a tocar el arpa y la fiesta siguió por un buen rato más.
         
          Por la tarde pasé por su casa, su mamá me hizo pasar y vi en su pequeña sala a Toño tomando lonche. Fingió alegrarse.
          — Justo estábamos hablando de ti— dice mientras me estira la mano como saludo.
          — Es cierto, gracias a ti resolvimos ese ejercicio complicado de Matemáticas— agrega ella.
          Se refería al ejercicio que Toño me hizo resolver un día atrás cuando tomamos café. Ignoré ese tema y me acerqué a ella para darle mi obsequio, ella miró algo extrañada la cinta azul que puse en sus manos.
          — Ve afuera y allí está tu regalo — le dije con cierto misterio.
          Emocionada salió y vio una caja tapada con hoyos. La destapó, el pequeño cachorro se despertó y le movió la colita. Ella siempre quiso tener una mascota y sobre todo un perro viringo o chimú (es un perro peruano sin pelo). Estalló de alegría y se colgó en mi cuello de tanta emoción. Toño sabía que ella anhelaba ese obsequio, el día que fue al pueblo preguntó y buscó ese regalo, pero nadie criaba esa raza. Quisieron saber cómo lo conseguí y les conté que me lo vendió el doctor de la posta del pueblo. Él es de Arequipa y como suele viajar a su tierra de allí lo trajo.
          — Y cómo lo llamarás— preguntó Toño.
          — Su nombre será Beto— lo dijo sin titubear.
          Toño soltó una risotada (risa exagerada) creyendo sería una broma. Yo pensé lo mismo, pero no le dije nada.
          — De verdad se llamará Beto—me mira mientras acaricia al cachorro—, no con eso digo que seas un perro— intenta aclararme—. Tengo una corazonada que te irás y esta mascota me recordará a ti— me dice con ternura.
          Al ver tanta melosidad, Toño propuso salir a cabalgar, nos divertimos mucho. Al regresar a su casa Casimiro estaba en la sala conversando con la mamá de Lucecita. Le trajo como regalo una radio costosa. Allí estábamos los cuatro, mientras cenábamos hablamos del examen.
          — Y nunca supimos quién fue el tramposo que desapareció los cuadernos de Beto— mencionó Lucecita, Toño y Casimiro se ponen nerviosos.
          — Esta riquísimo este asado señito— comenta Casimiro al ver ingresar a la mamá de Lucecita quien traía una jarra de muña para beber.
          Su intervención nos hizo olvidar el comentario de Lucecita. Luego dialogamos sobre las preguntas que vinieron en el examen y curiosamente en la mayoría de respuestas coincidimos. Dimos muchos encomios (halagos) a nuestro tutor por prepararnos muy bien.

          El siguiente fin de semana el director visitó la UGEL para recoger los resultados, uno de sus colegas lo miró con pena como dándole a entender que no había buenas noticias, luego soltó una risotada y le manifestó su asombro. Ese amigo fue el encargado de recepcionar los exámenes de todos los colegios del distrito de Omate, de allí debería salir un ganador para representar a


nuestro distrito. Mi director abrió con cierta desesperación el sobre y no podía creer en los resultados.

La espera fue traumante, pues de ese resultado dependía mi futuro. En clases mi tutor me vio preocupado, Casimiro no tenía muy claro la siguiente fase del concurso y el maestro no los aclaró.
— El director ya fue por los resultados y mañana debe estar llegando. Ante la duda de Casimiro no deben inquietarse, como saben en nuestro distrito hay varios colegios, de todos ellos quien haya obtenido el mejor puntaje nos representará en la siguiente fase.
— ¿Y cuál era? — pide se le aclare Casimiro.
— En Moquegua hay tres provincias: Ilo tiene tres distritos; Mariscal Nieto, seis y la nuestra que es Sánchez Cerro tiene once distritos.
— No es justo— reprochó el más distraído del salón, un compañero bajo y algo despeinado.
  No seas sandio (tonto)— le contestó Toño y se oye cierta bulla por los comentarios de varios compañeros.
— Al parecer no están entendiendo, si bien nuestra provincia tiene más distritos eso no significa que competirán entre los trece para luego competir con las otras provincias. La competencia de la siguiente fase es entre los ganadores de todos los distritos de Moquegua. Nuestro departamento es pequeño y por eso solo dan una beca, hay otras provincias a nivel nacional que tendrán dos becados, pero no es nuestro caso— nos mira y pregunta si quedó claro.
— En conclusión, profe solo habrá un ganador de todos los distritos— reafirma Casimiro.
— Muy bien, ya lo han captado.
— ¿Y hay otra fase? — pregunta Ramón, él era uno de los cinco quien también postuló con nosotros.
— No es tanto como otra fase, porque el ganador ya tiene su beca casi asegurada solo tiene que gozar de buena salud y pasar el examen médico que se lo harán en Arequipa. Eso es todo, allí le darán un certificado médico y podrá viajar a Lima por ocho años a la Escuela Militar de Chorrillos.
— Y si no pasa el examen médico— preguntó Casimiro.
— No creo que pase eso, aquí todos son saludables. Pero de ser el caso perdería la beca y lo asumiría el que quedó en segundo lugar.

El momento de incertidumbre pasó, el director había citado a los padres de familia y todo el alumnado estaba en la formación, era como si fuera un hecho histórico para nuestro pueblo, pues como ya dije el elegido tendrá que dar todo de sí para la siguiente fase. El director da unas palabras sobre la importancia y el agradecimiento al Estado por dar estas becas que son únicas y nunca se habían visto. Sacó el sobre y lo abrió, lo miró y agrandó sus ojos al ver el resultado (esto lo hizo para disimular, pues sabía perfectamente su contenido); mi tutor estaba a su costado e hizo los mismos gestos. Yo desde mi sitio me comía los dientes, en la columna de mi izquierda estaban las damas formadas, Lucecita estaba a mi costado, me agarró de la mano para tranquilizarme,


Toño estaba atrás y renegó por ese gesto. Casimiro se arregla la camisa como si supiera que lo van a llamar.
— Ya no les haremos esperar más, después de tanto esfuerzo aquí están los resultados y se lo merecen. El ganador es…


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