CAPÍTULO 8
RESULTADO COMPLICADO
(Toño)
L
|
A MIRADA DE TODOS los presentes estaban
puestas en el director, miré a mi tutor por si me daba una señal de esperanza,
mas la evitó. Lucecita presiona con más fuerza la mano del sandio (tonto) de
Beto, la cual le temblaba.
—
Es un resultado insólito (no usual) y eso nos llena de alegría. Seguramente
nuestra institución estará en boca de todo nuestro distrito y esperemos que
luego de toda Moquegua.
Hizo
una pausa e hizo la aclaración que nos llamará para pasar al frente sin un
orden en especial, mencionó primero el nombre de Lucecita, luego de Casimiro, Beto,
Ramón y al último el mío. Pidió nos aplaudan y nos conozcan por haber hecho
quedar bien alto el nombre del colegio en todo el distrito de Omate.
—
Tengo en mis manos el ranking de los diez mejores puntajes de todo el distrito
e increíblemente los cinco primeros puestos son de nuestro colegio.
Se
oye una serie de cuchicheos positivos y de alegría tanto en los padres de
familia como en mis compañeros y a los pocos segundos nos aplaudieron por un
buen momento.
—
Desde ya los cinco son unos ganadores porque sus puntajes demuestran todo el tesón
(esfuerzo, empeño) que le han puesto estos meses en su preparación. Y bien sin
más ambages (rodeo de palabras) mencionaré quien de ellos nos representará en
la siguiente fase de este concurso.
Un
compañero de la banda de música recibe la indicación y toca el tambor para
ponerle emoción.
—
Una vez más felicitamos a los profesores quienes con mucho ahínco (esfuerzo)
los han preparado y ahora quien nos represente en la siguiente etapa debe
prepararse más…
Sí
que sabía hacerla larga el director, si hubiera estado en nuestros zapatos no
nos dejaría con la intriga por tanto tiempo. Mi tutor algo le musita al ver los
rostros de impaciencia de los padres de familia.
—
Dígalo de una vez— pide el papá de Casimiro y otros lo apoyan.
A
los pocos segundos el bullicio se oye pidiendo que ya mencione al ganador. El
director pide calma.
—
Disculpen la emoción. Ahora sí, el ganador es…— hace otra pausa—. Antonio Cahuana Mallqui.
Me
quedé perplejo (sorprendido) cuando oí mi nombre, pues no me lo esperaba,
emocionado abracé a Lucecita.
(Beto)
Me
quedé frío al no oír mi nombre. Los aplausos se oyen desde el público.
|
—
Por supuesto amigo— lo abrazo con fuerza.
El
director pide silencio.
—
Como ya mencioné en un inicio el resultado del examen es insólito y según las
reglas del concurso es completamente válido porque en realidad no son los cinco
primeros puestos los de nuestro colegio sino cuatro porque en el primer puesto
hubo un empate.
Mi
corazón recobró la esperanza, el público vuelve a cuchichear y en cuanto se
callan prosigue el director.
—
Todos estamos sorprendidos y me llena de orgullo estos resultados porque
tendremos dos opciones para que nuestro colegio se lleve una beca. ¿Quién es el
otro postulante que ocupó el primer puesto?, ¿quieren saberlo? — pregunta a
todos para ponerle más emoción.
Me
miré con Lucecita, sus ojos me daban tranquilidad y confianza.
—
El ganador es…— se da un silencio único, al papá de Casimiro se lo ve ansioso
—. Alberto Romero Ramírez.
Mis
ojos lagrimearon, Lucecita dio un grito de alegría como si fuera la ganadora,
me abrazó por un buen momento. Miré a mi amigo y me felicitó. Casimiro rompió
el lápiz que sostenía y se retiró, su papá lo ve y va tras él. El director pide
nuevamente aplausos para los dos y se acerca a felicitarnos. Mi tutor también
estaba emocionado y nos abraza. Al tener una mejor visión busco a mi padre
entre los presentes y me sentí apenado al no verlo.
En
el baño Casimiro se lava la cara, no le gustaba que lo vean cuando ha llorado.
—
Hijo, ¿estás bien?
—
No papá, esa pregunta está de más— le responde molesto.
—
No es justo, ¿algo anda mal?
Casimiro
le cuenta lo ocurrido en el día del examen resaltando que Lucecita y yo no
teníamos derecho a dar esa prueba por haber llegado tarde.
—
¡Qué estás diciendo!
Después
de oír y entender a su manera lo dicho por su hijo regresó al patio, los que
competimos volvimos a nuestros sitios. El director agradece la presencia de los
padres y el papá de Casimiro toma la palabra mientras camina hacia donde se
encontraba el director.
—
¡Un momento! — grita y llama la atención de todo el alumnado y los padres de
familia. Se para en medio de la formación—. Ese examen es un fraude, tengo
entendido que ese día dos alumnos, sobre todo uno de los ganadores llegó tarde
al examen por haberse quedado dormido, ¿es cierto eso señor director?
El
director no sabía ese detalle, pues cuando llegó ya estábamos todos y nadie le
comentó nada sobre nuestra tardanza. Mira a mi tutor y este baja la mirada, los
otros padres de familia escuchan con atención tal revelación. El director se
acerca a mi profe y en voz baja le
pide una explicación.
|
Casimiro
se agarra la cabeza por el atrevimiento de su padre. Mi tutor lo invita a la
dirección para dialogarlo en privado.
—
No hay nada que hablar en privado— mira a los padres de familia quienes en sus
ojos había curiosidad; otros no entendían su escándalo—. Si tiene algo que
decir hágalo delante de todos— exige molesto y vuelve a mirar a los padres de
familia buscando su aprobación—. Díganme ustedes, ¿qué harían en mi lugar?,
¿acaso no reclamarían lo justo? Los resultados del examen son un fraude porque
uno de los ganadores llegó tarde y no debió darlo.
“Sí
tiene razón”, vociferaron unos. “Queremos una explicación”, pidieron otros en
coro. El ambiente se puso incómodo. Toño disfrutaba del momento quiso sonreír y
cuando lo miré disimuló y evitó darme la cara. Me acerqué a Casimiro.
—
¡Qué diablos le dijiste a tu padre!, ¿acaso no sabes perder? ¡Eres un
miserable! — le reclamé.
—
Bien sabes que no debiste dar el examen porque llegaste demasiado tarde, la
culpa la tiene el director por ser otro tardón, seguro estuvo tomando y vino
con resaca.
—
¿Eso le dijiste a tu papá?
—
Qué otra explicación puede ver, la herida de su cara es la evidencia. Seguro le
pegaron— afirmó con mucha seguridad.
El
director sigue mudo y el papá de Casimiro prosigue con su reclamo.
—
Tengo entendido que el examen debió iniciar a las ocho de la mañana y el alumno
Romero llegó una hora y cuarto tarde. Pero usted lo superó en tardanza por
llegar a las once de la mañana porque estuvo emborrachándose— le encara con
frescura.
Esas
palabras provocaron rumores, el papá de Casimiro había excedido los limites. El
director mostró su liderazgo y en primera calló a todos, volvió a pedir al
enfurecido padre de familia pase a la dirección y ante su negativa se dirigió a
los presentes.
—
Podría levantar cargos por injuria (ofensa) ante usted señor Choquehuanca; lo invito
a acercarse a la comisaría del pueblo donde puse una denuncia por asalto;
también puede ir usted a la posta, allí estuve internado hasta la mañana del
día del examen porque me asaltaron.
El
papá de Casimiro quedó mudo por unos segundos, era tan belicoso (agresivo) como
su hijo y no se quedó callado.
—
Si lo asaltaron es por estar tomando en el pueblo. ¿o me equivoco?
—
Tomar un par de copas fuera de mi horario de trabajo no tiene nada de malo,
¿acaso es un delito? Pido mida sus palabras señor Choquehuanca— le exige el
director.
—
Digamos que es entendible su tardanza, pero no la del alumno Romero.
Mi
padre llegó en ese momento, dudó mucho en si venir o no. En la chacra mamá le
pidió para asistir juntos, él no quiso
porque aún estaba indispuesta desde aquella vez que la llevó
donde el galeno (doctor).
|
—
Beto debe estar esperándote, es un día importante para nuestro pueblo y sobre
todo para nuestro hijo—lo animó con dulzura.
—
Ya es tarde.
—
Ya sabes cómo son esas ceremonias y lo mucho que habla el director, aún puedes
llegar; lo importante es que nuestro hijo te vea.
Papá
comprendió sus palabras, montó su caballo y llegó cuando el señor Choquehuanca
hablaba mal de mí. Mi tutor intervino.
—
Al parecer usted no ha leído bien las reglas, lo invito a leer la página dos,
párrafo tres—mira la hoja en manos del papá de Casimiro y lo invita a leer la
parte citada.
El
señor Choquehuanca no sabía leer y se sintió avergonzado.
—
No se preocupe, el no poder leer un texto no es para sentirse mal, pero sé que
entre los padres presentes debe haber alguien que sí sabe leer y lo invitaré
para así aclarar este mal entendido.
El
papá de mi compañero Ramón, aquel que ocupó el quinto lugar se ofreció, mi
tutor le pidió la hoja que sostenía el señor Choquehuanca y se la dio al papá
voluntario. Dio lectura ante todos, allí se expresaba claramente que si uno de
los competidores llega tarde al examen podrá darlo solo hasta el tiempo límite
de las dos horas según hora de inicio indicado por el director de la respectiva
institución educativa. Mi tutor le agradeció por leer tal texto.
—
El estudiante Romero llegó a las nueve y quince, en cuarenta y cinco minutos
pudo resolverlo tranquilamente— le aclaró mi tutor.
—
Tengo entendido que fue el último en entregar el examen— volvió a reclamar—.
¡Es cierto o no!
Otro
silencio vuelve a darse y todos miraban a mi tutor.
—
No responde porque sabe que es verdad, solo se debió permitirle dar el examen
en cuarenta y cinco minutos, y no en las dos horas, eso no es justo; por lo
tanto, exijo se anule el examen y se vuelva a dar otro.
Papá
escuchaba y no entendía qué ocurría pues el día que en casa hablamos de cómo di
mi examen él se salió excusándose que hay mucho por trabajar en vez de estar
hablando de un examen.
—
En el hipotético caso que se anule el examen su hijo es el segundo puesto— le
aclara mi tutor,
—
Es increíble el favoritismo y estoy seguro que los padres aquí presentes que
hemos dejado nuestras labores necesitamos una aclaración. No comprendo por qué
defiende tanto al alumno Romero— menciona con cizaña el señor Choquehuanca.
Mi
tutor estaba conteniendo su cólera.
—
Supe que el papá de Alberto no quiso que su hijo dé este examen, pero fue usted
quien lo convenció y habló con él personalmente en su casa— intenta
intimidarlo.
—¿Acaso
no hice lo mismo con usted? — le recuerda.
|
Mi
tutor iba a explotar, el director no sabía ello y lo mira enojado. Mi papá
intervino molesto.
—
Qué le ocurre señor Choquehuanca— mira a los otros padres—. Buenos días a todos
y pido la palabra.
Toño
vuelve a sonreír y se acerca donde Casimiro.
—
Qué buena pelea de gallos tenemos, ¿no lo crees?
—
Calla imbécil— le responde molesto Casimiro.
—
Tu papá está loco, qué pena me da, cómo puede decir todas esas cosas delante de
todos— interviene Lucecita.
Mi
padre era ahora el centro de atención de todos.
—
No voy a permitir que se burle de mi apellido como lo está haciendo—le da una
mirada de decepción—. Te creí un vecino (loable) respetable y hasta amigo de
copas. Tengo entendido que el profesor ha ayudado a varios padres de familia de
alguno de sus hijos cuando alguno ha enfermado y no quiero decir nombres porque
estas cosas se hablan en privado y como usted señor Choquehuanca le gusta el
espectáculo, pues le dejo como tarea para que lo averigüe. Yo me sentí molesto
cuando supe que el tutor de mi hijo trabajó alguna de mis chacras, pero lo
mismo ha hecho con las tierras de otros padres aquí presentes. Es su forma de
hacernos entender que nuestros hijos se merecen lo mejor—hace una pausa y me
mira orgulloso—. Yo no quise que mi hijo de este examen, pero me hicieron ver
mi egoísmo—dirige su mirada a los padres de familia quienes lo oyen con
atención—. Nuestros hijos deben elegir su camino si bien es cierto somos
felices con la vida del campo porque nos da para comer y vivir con la
naturaleza y no por eso están destinados a la vida del campo; pero, ¿les hemos
preguntado si eso es lo que ellos quieren? La cadena no puede ser la misma si
ellos no lo desean. A quién de ustedes no les gustaría que sus hijos sean profesionales
y ahora que nuestro pueblo tiene una escuela y hasta la oferta de una beca pues
dejémosles soñar.
Mi
tutor estaba estupefacto (sorprendido) al oírlo hablar de esa manera a mi
padre, obviamente yo aún más. Nunca lo escuché tan elocuente (expresivo,
convincente).
—
Se habla de trampa, de favoritismo, que mi hijo no se merece la beca, pues
déjenme decirles que aquí hubo un complot. Ustedes deben saber que
desaparecieron los libros y cuadernos de mi hijo y eso ocurrió en su salón.
Obviamente hay alguien que hizo trampa, pero yo no vine a hacer un escándalo
porque creo que no es de varones hacer tanta bulla pues el conocimiento se
demuestra en la cancha y no haciendo berrinches.
Esa
indirecta molestó al señor Choquehuanca.
—
No voy a permitir que me falte el respeto—le responde molesto a mi padre, lo
ignora por un momento y le habla al director—, exijo se tome nuevamente el
examen.
—
Eso es imposible— dijo el director—, los exámenes vienen desde la región.
—
Entonces presentaré mi queja.
|
—
Reclamo de qué— ríe el papá de Casimiro.
— De que su hijo jugó sucio antes del examen.
Los
ojos de ira se encendieron en el señor Choquehuanca, Casimiro se queda lelo
(bobo, tonto). Mi padre le hace un gesto a uno de mis compañeros a quien le
había dado una talega amarrada, este se la trae.
—
Deje de inventar cosas y reconozca que hubo favoritismo y una injustica—
insiste el papá de Casimiro.
—
Comparto con usted que hubo una injusticia. Pues recuerdo muy bien una de las
reglas del examen relacionado al intento de hacer fraude en cualquiera de sus
formas como plagiar, tachar, romper y esconder el material de sus compañeros no
podrá ser inscrito para el examen de la beca.
— Su desesperación le hace hablar tonterías
señor Romero, ¿dígame a dónde quiere llegar? Deje de hacer el ridículo.
Papá
enseña la talega al público y luego al señor Choquehuanca.
—
¿Sabe qué tengo en mis manos?
—
Está claro que es una talega no nos crea tontos.
Casimiro
y Toño se miran. Toño se acerca y lo jala a un costado.
—
Dime que esa no es tu talega.
Mi
padre saca de la talega unos libros y cuadernos.
— Estos son los libros y cuadernos que
desaparecieron hace meses lo cual dificultó el estudio de mi hijo.
Se acerca y las entrega a mi tutor para que
diga a los demás, sí efectivamente eran míos, mi tutor da por cierto su teoría.
—
Me alegra que haya encontrado el material de su hijo, pero no entiendo cuál es
la relación en esta conversación.
—
Estimados padres de familia me atrevo a decir que quien violó la norma y no
debió dar el examen es el hijo del señor Choquehuanca, pues fue Casimiro quien
lo hizo, fue su hijo quien con maldad escondió el material de estudio de mi
hijo para perjudicarle sus estudios— lo acusó con mucha seguridad.
Yo
no entendía nada. Mi padre le entrega la talega al papá de Casimiro.
—
¿Reconoce que esta talega es de usted? — le pregunta mi papá.
El
señor Choquehuanca revisa la talega y en el reverso estaba bordado su apellido,
su esposa tenía la manía de marcarlo todo. Efectivamente era el bordado de su
esposa, no había duda.
—
Podría decirnos si es o no su talega.
Los
padres empezaron a rumorear, ni qué decir de mis compañeros. Toño y Casimiro se
culpaban uno al otro.
—
Eres un imbécil, estamos perdidos— le reclama Toño.
—
Olvidé la marca, pero no entiendo cómo el papá de Beto lo ha encontrado.
—
Me dijiste que lo quemaste.
Aquella
vez cuando ellos sacaron mis libros y cuadernos, fue Casimiro quien se lo
llevó. Toño se lo dio para que se encargue de quemarlo, en el camino se
encontró con una de mis compañeras y botó la talega en la mala hierba, ella
estaba enamorada de él y se ofreció para acompañarlo a su casa. Si recuerdan
ese día Casimiro fingió estar mal porque
supuestamente le pateé en la pierna mientras jugábamos
fútbol, por ello ella preocupada lo acompañó. Más tarde él volvió por la talega
y ya no estaba. Prefirió no decirle nada a Toño y olvidó el asunto.
|
—
¿Es su talega señor Choquehuanca?, sí o no— vuelve a preguntar papá.
¿Toño
y Casimiro serán descubiertos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario