:

:

CAPÍTULO 7: La declamación















T
IZIANA VUELVE A SUSURRARLE la palabra ¡Madre! a James. Mira a mis compañeros sobre todo a Josué y Camilo y se reían del ridículo que estaban haciendo. No lo soporta y abandona el estrado. La maestra Paola no sabía qué hacer, la directora frunce el ceño, ella fue muy clara en decir que no quería improvisaciones pues la actuación debería ser impecable y por culpa de James le podrían hasta mandar una llamada de atención por escrito.
Para animar a las maestras la directora les había prometido regalarles por parte de la dirección un televisor a color. Ante tal premio cada maestra puso el mejor de sus esfuerzos en la preparación de sus números artísticos. Cuando ensayó con Tiziana y James supuso que sería un buen número, pero no contaba con el pánico escénico del riquillo.
           
Yo seguía parado con Sarita sosteniendo el dibujo. Me percato que James se estaba orinando. Eso sí es terrible, sé lo humillante que es. Jalo el letrero y Sarita me sigue, nos paramos delante de James para taparlo y le digo que se vaya detrás del escenario. Avergonzado se va y por suerte no logró ensuciar el piso del estrado. Le digo a Sarita que a la voz de tres gritemos el título del poema y así lo hicimos.
Retrocedemos y el letrero lo paramos a un costado. Tomo aire e inicio la declamación. Mi abuela suspira por mi gesto tan noble y porque deseaba tanto verme en una actuación. Sentí nervios, Josué y Camilo desde sus sitios me dan ánimos. La maestra Paola agranda sus ojos y reniega.
          — Este poema va dedicado a ustedes ángeles terrenales—les digo y los aplausos se oyen.

MADRE, MI ÁNGEL

¡Madre!  (Yo)
¡Madrecita! (Sarita)

(los 2)
¡Mamita!
Estos versos son para usted
ángel adorado.
Estos gestos son para usted
Ángel, ¡jamás igualado!

(Yo)
Como toda mujer te emocionaste
de una galán te enamoraste
y después de un tiempo te casaste
y con la bendición de Dios
un bebé encargaste.

(Sarita)
Nueve meses lo llevaste,
nueve meses lo esperaste
y al nacer:
sus lloriqueos escuchaste.
¡Con cuánto amor lo cargaste!

(los 2)
¡Cuántas noches de desvelo!
¡Cuántos días de cuidado!
¡Cuántos años lo has guiado!
Todo tu amor siempre le has dado.

(Yo)
El bebé ha crecido
muchas veces te ha contestado
y a pesar de eso
usted siempre lo ha perdonado.

(Sarita)
Cuán generosa eres madre mía.
Cuán amorosa eres madre querida.
Cuán admirable eres madre:
¡Jamás igualada!
(los 2)
¡Amigos!
Amemos a nuestras madres.
Siendo personas de bien
con su ejemplo lo lograremos
con su amor: ¡Triunfaremos!

Los aplausos son inevitables. Mi maestra se quedó boquiabierta con nuestro talento, la directora la mira y la felicita con un gesto. Mi abuela se emociona y se seca unas lágrimas de la emoción. Mi madre siempre fue muy dura en expresar sus sentimientos, pero esta vez por lo menos sus ojos se humedecieron. La profesora Fátima se siente orgullosa porque seguimos cada uno de sus consejos, ella fue nuestra mentora (hoy en día le llaman coach).
Ella días antes de la actuación le pidió a nuestra maestra para que nos dé una oportunidad.
— Me sorprende tu sugerencia, ¿acaso quieres que pierda con mis números? —  fue su respuesta.
— Todo lo contrario, no me interesa el premio que prometió la directora a la profesora que mejores números presente, sino que los alumnos desarrollen sus talentos y Gabriel con Sarita podrían hacer una buena declamación.
Mi maestra no estaba de acuerdo, Sarita pasaba conmigo y me pidió que declame una parte del poema. Al ver la cara de mala de la maestra me puse nervioso y no lo hice bien. “Se da cuenta que no me sirve este niño memo”, le dijo.
En mi salón las burlas no cesaron hacia James, le dijeron que solo le faltaba orinarse, él sujeta con más fuerza su saco con el cual se tapaba para que no vean su pantalón meado. Tiziana muy molesta le dice que ya no serán novios.
— Hasta aquí llegamos— le expresó.
Paula, mi compañera gordita y Camilo estaban detrás de James y vieron su pantalón mojado, ella hace gestos a sus espaldas y mis compañeros logran entenderle.
— ¿Por qué te tapas? — le preguntó Josué.
— ¿Acaso te has orinado? Por suerte ya no somos novios— lo dice con una gracia Tiziana que quien la oyera sonreiría.
Camilo con Josué inician el coro y todos lo llaman Meón.
— James es un Meón, es un Meón.
  
Qué curioso ahora le gritaban esa chapa a él.
— Les voy acusar con mi mamá. Ella tiene mucha plata.
Todos sueltan una carcajada. James lo estaba pasando mal, yo sabía perfectamente que se siente cuando te gritan Meón. A eso se le llama EMPATIA (es decir ponerte en los zapatos del otro). Esa palabra la escuché cuando la profesora Fátima les daba clases a sus niños. Algunos dirán que no debí hacerlo, pero lo defendí.
— ¡Basta! Ya no lo molesten más— veo que Josué y Camilo seguían gritando y les pido que se callen.
— No lo defiendas— me pide Paula.
— Si a ustedes les hubiera pasado algo similar, ¿les gustaría que se rían de ti?
Mi pregunta hizo efecto y nadie más lo molestó. Josué le hace un gesto a Camilo, él va por atrás de James y le quita el saco. Casi todos explotan en risa al ver su pantalón mojado lo que demuestra que sí se ha orinado. Esta vez le tocó llorar a James, quizá en ese momento él también vio al Jardín como una jaula, la verdad no lo sé, pero sentí compasión por él y volví a defenderlo y en esta ocasión Sarita me apoyó.
Escuchan una canción de moda y se mueren por ver ese número y la mayoría salen del salón.
— No necesito la defensa de una quemada— le dice James a Sarita.
— Ya ves Gabo, él es muy malo— me dice Josué.
Sarita prefiere irse y no le contesta nada.
— Te imaginas si todo el Jardín se entera que eres Meón— le comenta Josué.
— Debes decirle a la directora que nuestro amigo Gabo no es ningún ladrón— interviene Camilo.

La maestra ingresa y llama a Camilo para alistarse para su número, el cual era una danza, le preguntó por mis demás compañeros y le dijimos que estaban observando el baile moderno.
          — Verdad que es feo que te digan Meón— le comento a James y no me responde, toma a mal mis palabras.
          El riquillo quiere irse y lo detengo.
          — Por tu culpa mi papá me dio una buena paliza. Necesito que digas la verdad, yo jamás robé o te quité tu lonchera, tú fuiste quien botó la mía a la basura y debes prometer que dirás la verdad.
          No me responde, busca entre sus cosas su ropa de calle y no la encuentra.
          — No te la daremos— le advierte Josué ya que Camilo la ha escondido.
          James no tenía otra alternativa y aceptó decir la verdad. Josué le devuelve su ropa y lo dejamos para que se cambie.

          La señora Romaña muy coqueta en las afueras del colegio conversaba muy amenamente con mi padre. Roque fue a buscar a mamá a su trabajo y descubrió que ya no trabajaba en esa tienda de ropa. Por la calle ve a la amiga de mamá y se asusta al ver a Roque.
          — Dónde está Rosa, no se supone que trabaja aquí y por lo visto tú tampoco.
          — Rosa fue al Jardín de tu hijo — le respondió y se fue para no delatar a mamá que ya no trabaja en esa prestigiosa tienda.
          Papá quería una explicación y vino a buscar a mamá a mi Jardín. En la entrada se encontró con la mamá de James y no pararon de hablar sobre autos. Ambos compartían ese gusto y sabían de modelos, marcas, etc. Dialogaron un buen momento y recordó que si su hijo no la ve no tendrá confianza para presentar la declamación (ya era tarde). Papá observa su reloj y miente diciéndole que ya tiene que irse.
          — Pensé que entraría a ver la actuación, su esposa debe estar esperándolo.
          — No, yo estoy separado — le aclaró.
          La señora Romaña da una leve sonrisa al saber que papá está separado de mi madre, pues ella estaba en las mismas. Hace unos días botó a su esposo tras una fuerte discusión. Si papá optó por no ingresar era para no discutir con mamá y también porque no quería que la mamá de James los vea juntos y menos discutiendo.

           El riquillo se quedó solo en el salón. Con Josué aprovechamos para ver el número de Camilo. James después de ponerse su jean vio en la mesa los regalos y se acerca. Deja su polo a un costado, iba a husmear mi regalo y es interrumpido por Sarita. Para disimular coge su polo. Ella se tapa sus ojos al verlo sin polo.
 — Quería decirte que tu mamá ya llegó.
— Puedes marcharte, no ves que me estoy cambiando.
Sarita se retira. En el patio reíamos por los gestos picaros de Camilo mientras baila, él va en el medio y es el que más sobresale en la danza. Sarita me interrumpe y me llama un momento.
— ¿Ocurre algo?
         —James estaba viendo el regalo de tu mamá— me comunica.
          Josué la escucha y me sugiere ir a ver.

          James no toleró la vejación (humillación) publica de hace un momento y menos nuestra amenaza.
          — De mí nadie se burla— saca una de las águilas, rompe el papel envuelto y se ríe por mí regalo poco común—. Qué regalo tan feo. Definitivamente los pobres tienen pésimo gusto— musita.
         
          Mientras avanzamos a toda prisa, la profesora Fátima nos detiene un momento. Nos da varios encomios (halagos) por la declamación de hace un momento. Sarita la abraza en agradecimiento. Veo a Josué impaciente y preocupado y con gestos me pide que me apure o será demasiado tarde.
         
           James está dispuesto arruinar los obsequios que compré con tanto esfuerzo.

¿Lo hará?











No hay comentarios:

Publicar un comentario